sábado, 23 de diciembre de 2006

De la Navidad, su peste y el champagne

Observo, desde mi tribuna en las altas cumbres nevadas, con estupor y perplejidad como últimamente este blog de alegría y jolgorio sociológico se ha prostituído en un sanedrín de bucles cerebrales y desvaríos generalizados, o como diríais cualquiera de vosotros, mis lectores, "unas rayadas de coco de la hostia". Constatado esto pues y presentando mis más humildes respetos al compañero JFCA, he de decir que la Navidad seguramente apeste, pero apesta a champagne, a cubatitas, a cerveza y/o a calimocho y esa peste es un embriagador aroma que nos transporta al nirvana, a ese estado de felicidad del que nunca querríamos salir, rodeados de amigos haciendo apología de la amistad (permitidme la redundancia) más besucona y pegajosa, ese momento en el que los seres del sexo opuesto se muestran más cercanos que nunca y en el que la fauna salvaje de nuestros pueblos y ciudades nos muestra a sus mejores ejemplares de pulpos, zorras, ratas y esponjas de bar que no de mar. Por qué renegar de eso si nos pasamos el año justificando nuestras melopeas y esperando a que lleguen estos días para no tener que darnos explicaciones a nosotros mismos de por qué lo hacemos, el 25 de diciembre y el 1 de enero posiblemente son los dos únicos días de resaca en el año en los que no decimos "no vuelvo a beber" porque estamos orgullosos de haber bebido, de habernos hecho fotos chorras e incluso alguno/a de haberse comido una ración de callo malayo porque joder "es nochevieja" hay que desfasar.

En fin, amigos weberianos, marxistas, durkheimianos, irisianos e incluso enguitianos, no sigáis el ejemplo de Garfield, que la sociedad no os corrompa pero que tampoco os corrompan los que están en contra de la sociedad, que cada uno encuentre su sitio y lo defienda con argumentos que no impidan a los demás seguir su camino, no os convirtáis en borreguitos del Belén pero tampoco en William Wallace de vuestro portal, ante todo mesura.

Y después de este ratito de difundir mi apostolado volveré a mi hibernación en las serenas cúspides Bejaraüis para cuando algo interrumpa bruscamente mi plácido sueño pueda bajar con la bravura y la ferocidad con que el río Cuerpo de Hombre lo hace por las laderas del Travieso.

Un fuerte abrazo a todos, disfrutad.
FDO: David Hernández

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Alcohol, drogas, sexo?
No creo que su auje sea la etapa navideña, simplemente tenemos más tiempo para perder el tiempo, y el objetivo de esto es el consumo, ya sean juguetes, alcohol o drogas; cada cual consume de acuerdo a las pautas asociadas a su estrato de edad. Las navidades son un engaño.
¿Por qué?
Si esperas a la navidad para llevar a cabo cierto tipo de acciones, malgastas el tiempo durante el año. Simplemente haz lo que te apertezca cuando quieras hacerlo y, no porque lo diga la tele o la gente (controlada por la tele en su gran mayoría) has de realizar acciones que se salen de lo común sólo en navidad.
Se tú quién maneje las riendas de tu vida, no el calendario (asociado irremediablemente a ciertas fiestas judeocristianas devaluadas en su alcance y significado a través del "tiempo" y el consumo). Todas las fechas o eventos marcados en el calendario, sólo hacen que modificar unas pautas mínimas de consumo durante un tiempo limitado, que llevan al incrementar el gasto medio de la población, generando amplios beneficios que escapan al sentido primero inculcado de manera directa en dichas fechas.

Con esto quiero decir, en esencia:
Disfruta tu vida de continuamente; "no por ser navidad amanece más temprano".

Atentamente: uno al odia la navidad.